Vivo en un departamento con habitantes relativamente feministas, aunque a veces algunos de mis compañeros no les gusta reconocerlo. No es que ninguno de ellos diría que está en contra de la igualdad o de los principios básicos del movimiento feminista, pero tienen miedo de la palabra “feminismo” en sí misma.
Entonces, el otro día estábamos sentados en la sala y discutíamos lo que significaba la palabra “feminismo” para cada persona.
(Les prometo que esto no es lo que hacemos diariamente—una de mis amigas estaba leyendo un artículo sobre el feminismo en Harry Potter, y después esta discusión empezó).
Había un gran pelea sobre la connotación de la palabra “feminismo,” y lo que el movimiento debería conllevar. Por ejemplo, las opiniones variaban desde las personas en contra de ser llamadas “feministas,” hasta las personas a quienes no les gustaban las posiciones y los acontecimientos más populares del movimiento feminista—como las “Vagina Monologues,” que tienen la tendencia de excluir a todos los que no están de acuerdo con sus opiniones de lo que la palabra “feminismo” significa—hasta las personas que creían que el movimiento necesita ser más persistente y radical.
La construcción cultural de la palabra afecta la manera en que todos nosotros identificamos con el concepto, aunque podemos ponernos de acuerdo sobre los principios fundamentales.
En fin, las palabras son importantes. La palabra “feminismo” afecta no solo cómo mis amigos y yo consideramos el movimiento en general, sino que también cómo el resto del mundo considera el movimiento, y cómo los políticos responden a los deseos de todas las feministas y realizan todos los cambios necesarios.
Entonces, el otro día estábamos sentados en la sala y discutíamos lo que significaba la palabra “feminismo” para cada persona.
(Les prometo que esto no es lo que hacemos diariamente—una de mis amigas estaba leyendo un artículo sobre el feminismo en Harry Potter, y después esta discusión empezó).
Había un gran pelea sobre la connotación de la palabra “feminismo,” y lo que el movimiento debería conllevar. Por ejemplo, las opiniones variaban desde las personas en contra de ser llamadas “feministas,” hasta las personas a quienes no les gustaban las posiciones y los acontecimientos más populares del movimiento feminista—como las “Vagina Monologues,” que tienen la tendencia de excluir a todos los que no están de acuerdo con sus opiniones de lo que la palabra “feminismo” significa—hasta las personas que creían que el movimiento necesita ser más persistente y radical.
La construcción cultural de la palabra afecta la manera en que todos nosotros identificamos con el concepto, aunque podemos ponernos de acuerdo sobre los principios fundamentales.
En fin, las palabras son importantes. La palabra “feminismo” afecta no solo cómo mis amigos y yo consideramos el movimiento en general, sino que también cómo el resto del mundo considera el movimiento, y cómo los políticos responden a los deseos de todas las feministas y realizan todos los cambios necesarios.
Mis compañeros!